domingo, 28 de septiembre de 2014

Siete pasos para lograr entender, entenderte y que te entiendan mejor

Cuando tengo que mantener una conversación importante suelo recordar un cuento oriental de autor desconocido que hoy quiero compartir contigo. El relato empieza contando que “un sultán soñó haber perdido todos sus dientes y esa pesadilla le dejó tan angustiado que decidió llamar a un sabio para que le explicara su significado. Después de escuchar el contenido del sueño, el sabio se llevó las manos a la cabeza y exclamó: “Qué desgracia, Majestad, cada diente caído representa la pérdida de uno de vuestro parientes más queridos”. Al oírle, el sultán entró en cólera, tomó esas palabras como una atrevida insolencia y ordenó que el sabio fuera castigado. No obstante, seguía preocupado, así que decidió pedir una segunda opinión y llamó a otro erudito, quien tras conocer los detalles de la pesadilla dijo sonriente: “Qué alegría, majestad, realmente sois bienaventurado pues el sueño significa que sobreviviréis a todos vuestros parientes.” En ese momento el semblante del sultán se iluminó con una gran sonrisa y ordenó que el sabio fuera pagado generosamente. Cuando éste salía del palacio, uno de los cortesanos fue a su encuentro y le comentó con extrañeza: “La interpretación que habéis hecho es la misma que hizo el primer sabio. No entiendo por qué fue castigado y, en cambio, tú, recompensado." A lo que el segundo sabio respondió: “Una verdad puede compararse con una piedra preciosa. Si la lanzas contra el rostro de alguien, puede herir, pero si la envuelves en un delicado embalaje y la ofreces con delicadeza, ciertamente será aceptada con agrado."

Estoy de acuerdo con el segundo sabio del relato y considero que los seres humanos hace tiempo que creamos el lenguaje pero aún estamos aprendiendo a comunicarnos. En este sentido, responsabilizarnos de lo que pensamos y de las palabras que lo expresan, es un paso importante. El lenguaje puede ser un puente que te lleve al territorio del conflicto o al terreno de la comprensión.

Por si quieres entender, entenderte y que te entiendan mejor en tus conversaciones y en tu diálogo interior, a continuación te apunto siete obstáculos que pueden arruinar la comunicación y siete formas de soslayarlos:

1.- Poner “etiquetas”: Se trata de rotular con una definición global, una acción particular.  Por ejemplo, si te ha ido mal en un examen, sales de la prueba diciéndote que eres un fracasado. Si tu pareja no ha organizado bien un evento, es un inútil. Y si hay mucha cola en el supermercado, el día está siendo un desastre. Al etiquetar te olvidas de todas las asignaturas que sí has aprobado, de todas las tareas que tu pareja hace estupendamente y de todas las cosas agradables que te han sucedido durante la jornada. Aplicadas a uno mismo, las etiquetas negativas bajan la autoestima, dedicadas a los demás generan rechazo y dirigidas hacia tu vida te desaniman. Cómo mejorar: Recuerda que lo que estás considerando es un hecho puntual. La vida, y las personas como parte de la vida, estamos en continuo proceso de transformación y no hay rótulo que pueda encasillarnos definitivamente.

2.- Irte a los extremos: Es la tendencia a contemplar las situaciones de la vida en forma de todo no nada, éxito o fracaso, blanco o negro, etc… sin aceptar puntos intermedios.  Por ejemplo, quizás te está costando más de lo que esperabas hacer una buena cartera de clientes  y piensas que tu camapa comercial es nefasta y un gran fracaso. Esta forma de interpretar la vida genera tensión y rigidez. En el ejemplo, te llevaría a tirar la toalla y sin embargo, podrías comprobar que, aunque está costando,  ya has logrado que tu marca esté bien considerada y cada vez tiene más seguidores en redes sociales.  Claves para mejorar: Considera siempre la amplia gama de matices que configura la realidad. Si para ti sólo hay blanco o negro, cuestiona tu limitada percepción.

3.- Caer en la generalización: Frases como siempre pasa lo mismo, nadie me entiendie, nunca voy a lograr el asecenso te impiden descubrir la disficultad concreta a la que te estás enfrentando y por lo tanto, te impide también ver las posibles soluciones. La generalización obstaculiza el cambio. Tu estado de ánimo decaerá y sentirás cansancio y frustración. Cuando te refieres a otros en estos términos, especialmente a niños que aún no han  desarrollado un criterio propio, los efectos en su autoimagen y su autoestima pueden ser muy negativos. Clave para mejorar: Especificar aporta claridad y favorece la concentración en lo que es necesario transformar. Al expresarte apunta claramente a la dificultad, aquí y ahora, pues a su lado también está la solución.

 4.-Ver sólo lo negativo: ¿Tienes tendencia a concentrarte sólo en los detalles negativos para luego concluir que la totalidad de la situación es desastrosa? Por ejemplo, has hecho una presentación de tu proyecto y varias personas de tu departamento se han mostrado interesadas y te han dado su apoyo. Sin embargo cuando llegas a casa lo que cuentas es que no tuviste respuesta para una de las preguntas que te formuló tu jefe y consideras que eso causó muy mala imporesión y hasta es posible que rechacen tu propuesta.  Pensar de forma sesgada genera innecesarias angustias. Si además magnificas lo malo, la situación pronto la verás totalmente catastrófica y tu desasosiego irá en aumento. Clave para mejorar: Cultiva una atención equilibrada para ser capaz de descubrir tanto lo que puede mejorarse como lo que ya es una maravilla.

5.- Entregar el poder sobre tus estados de ánimo: Si dices, me enfadas, me pones triste o no me deprimas,  estás colocándote en el papel de víctima irresponsable, otorgándole al otro todo el poder sobre tu estado de ánimo. Pero si explicas, cuando me interrumpes con tus comentarios, siento un gran enfado o al ver que no me llamas me pongo triste y me deprimo, estás reconociendo tu emoción y retomas el poder de elegir tu respuesta a la situación concreta. En el primer caso aparecerá tensión en la conversación pues el otro verá que le haces responsable no solo de su comportamiento, que puede regular,  sino también de tus emociones, algo que escapa a su control. Clave para mejorar: Ten en cuenta que las circunstancias tienen su importancia pero lo que posibilita la gestión de tus emociones es tu capacidad de elegir respuesta ante esas circunstancias.


6.- Adivinar intenciones: Es  el hábito de  hacer suposiciones atribuyendo a los demás pensamiento negativos, sin molestarte en comprobar lo cierto de tus ideas. ¿Te reconoces diciendo … ¡Ya sé que piensa que ha sido por mi culpa y que soy un desastre!...? Esta forma de hablar dificulta la comunicación pues, dado que uno ya lo sabe todo y no pregunta al respecto, el otro empieza a pensar que quizás no será escuchado y difícilmente comprendido. Clave parar mejorar: Atrévete a preguntar. Es una forma de respetar a tu interlocutor y demostrarle que te interesa comprenderle.

7.- Apoyarte en los deberías: Es la costumbre de hablar en términos de obligaciones intentando imponer tu modo de ver la vida como si fuera una verdad absoluta. Mira cómo cambia la emoción que se suscita si dices, hubiera preferido que me hubiera consultado y me gustaría explicarte mi punto de vista, en vez de deberías haberme consultado y deberías avergonzarte por tu desconsideración. Este tipo de expresiones pone al interlocutor a la defensiva e impide un acercamiento cordial. Clave para mejorar: Prueba a cambiar el debería ser así por el preferir que sea de esa manera y expresa con claridad tus deseos.

Poniendo un poco de atención puedes identificar y corregir estas tendencias, verdaderos obstáculos para la buena comunicación. Con ello allanarás el camino del encuentro, el entendimiento y la comprensión.

Gracias por tu atención. Me alegrará leer tus comentarios. Hasta pronto.



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lunes, 15 de septiembre de 2014

Pausa, silencio y vacío, tres puntales del bienestar

Un joven, diligente y entusiasta, llegó al círculo de un prestigioso maestro en el arte de vivir, con el objetivo de aprender todas las claves para ser feliz. Tras escuchar su deseo, el mestro le propuso pasar un tiempo junto a un músico, un orador y un escultor. Según le explicó, ellos integraban en el arte de su labor, tres elementos que también eran indispensables en la creación de una vida dichosa. 

Así fue como descubrió que el músico, incluía pausas al interpretar sus melodías, el orador manejaba con arte los silencios y el escultor jugaba con el vacío. El maestro le felicitó por sus descubrimientos. Y le aseguró que, si les escuchaba y confiaba en ellos, pausa, silencio y vacío serían los maestros que le guiarían en su propio camino hacia la felicidad.  Al despedirse, le entregó un pañuelo que llevaba bordadas estas palabras: En la pausa no hay sonidos, pero la pausa es parte de la música. En el silencio no hay palabras pero el silencio forma parte del discurso. En el vacío no hay materia pero el vacio forma parte de la escultura. Recuerda integrar pausa, silencio y vacío en la obra de arte de tu vida.

Hoy quiero hacer un pequeño homenaje a las pausas, los silencios y los vacíos. Elementos, desde mi punto de vista, no suficientemente valorados en la cultura occidental, pero que considero puntales del bienestar físico, mental, emocional y espiritual.

¡Necesito parar! ¡Por favor, un poco de silencio! ¡Dame espacio! Son exclamaciones frecuentes cuando el estrés se hace insoportable, pero también hay quien relaciona las pausas con finales, los silencios con problemas y el vacio con carencia.  Sea cual sea tu vivencia,  hoy te invito a contemplar estos tres elementos desde puntos de vista positivos:

Las pausas sirven para marcar ciclos y ritmos en el transcurrir de lo cotidiano, ayudándote a armonizar y equilibrar tiempos y esfuerzos.

En las pausas puedes reflexionar y asimilar lo aprendido en la experiencia. Y también valorar y reconocer los logros alcanzados por el camino.

Las pausas te permiten volver a empezar con más ímpetu tras haber renovado energías

Las pausas te ayudan a reconocer emociones y a gestionarlas.

Las pausas se llevan muy bien con el silencio y éste te permite escuchar y escucharte, favoreciendo la posibilidad de entender y entenderte en profundidad.

El silencio a veces no solo habla, sino que grita y logra expresar lo que no tiene palabras que lo traduzcan fielmente.

El silencio puede ser la antesala repleta de emoción, a las palabras más significativas y da fuerza a algunos gestos como una mirada o una caricia.

El silencio te ayuda a escuchar el propio latido, el eco de cada emoción y el rumor de una intuición.

Para darte aliento es muy reconfortante la quietud y el silencio de tu hogar interior. Ese lugar en el que puedes entrar en contacto con el vacío desde el que todo puede crearse.

El vacío es necesario para dar espacio a todas las experiencias que aún no han llegado a tu vida y te ayuda a estar en buena disposición para recibirlas.

El vacío, en los ciclos de transformación como en los procesos de digestión, resulta sanador para asegurarte de no estar reteniendo nada tóxico o caduco.

El vacío garantiza empezar sin lastre el camino hacia nuevos objetivos,

El vacío ayuda a reconocer la plenitud y la buena compañía. También permite apreciar la belleza singular distinguiéndola  del fondo que la contiene.


A continuación te propongo un sencillo ejercicio, a modo de meditación, que te facilitará el contacto con estos tres maestros y su inspiración:

Tómate una pausa, quédate en silencio y adopta la posición de un observador vacío de juicios.  Mira a tu alrededor y toma consciencia del vacío enredado entre todas los objetos que ves. Observa también el espacio que esas formas ocupan. Luego cierra los ojos e imagina los espacios en el interior de tu cuerpo, entre tus órganos, músculos y huesos. Ese espacio dentro de ti es el mismo espacio observado afuera. Saborea el silencio y la quietud de ese vacio. Después imagina los pensamientos, las emociones y las sensaciones que percibes como si fueran nubes en tu cielo. Y entre esas nubes el espacio vacio que las integra. Mantente observando ese fondo e imagínatelo como el vacío creativo de dónde surge todo lo que es. Eres quien observa y eres ese espacio creador. Ahora simplemente respira, consciente de esa respiración. Cuando inspiras vas al encuentro de la energía creativa en tu interior, cuando expiras transformas esa energía en las formas, los movimientos y los sonidos de tu vida. Mantente unos minutos respirando así. Después abre los ojos y afírmate en la confianza de que en ti están toda la sabiduría y los recursos necesarios para hacer tu camino y colaborar en la infinita expansión de la vida.

Para finalizar te propongo que repases las diferentes áreas de tu experiencia preguntándote si en algún aspecto te podría resultar beneficioso añadir alguna pausa, hacer un poco de silencio o vaciar algún espacio.

Gracias por tu atención. Me encantará leer tus comentarios. Saludos afectuosos y hasta pronto.



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domingo, 7 de septiembre de 2014

Cómo cultivar el hábito de completar: acabar, reparar o soltar

Imagina que tienes sed y decides beber un vaso de agua fría. Antes de hacerlo, con el vaso lleno en la mano, atiendes una llamada telefónica, y luego buscas en la prensa una noticia que te han comentado por teléfono. En ese momento te das cuenta que aún no has bebido pero el agua ya no está fresca y vas a la cocina para poner un poco de hielo. Por el camino, aún sosteniendo el vaso, te pones a ordenar el salón pero no puedes evitar derramar algo de agua. De pronto, ese vaso capta toda tu atención. Te pesa, te estorba y te desconcentra.


Lo que te acabas de imaginar es el ciclo habitual de lo que llamo “un asunto incompleto”.  Un proceso que comienza con un objetivo que no se termina de realizar ni tampoco se anula. Son temas que no afrontas “por estar muy cansado”, “porque no es buen momento”, “porque necesitas pensarlo mejor”, “porque tienes otras cosas más importantes que hacer” o “porque esperas que se resuelvan solos”.  Al final, este tipo de asuntos se convierten en “cabos sueltos” que sostienes en tu mente, en tu agenda, en tus manos o en tu corazón y que terminan enredando tu atención y generrandote cansancio e inquietud.

Se va acabando el verano y acercando el otoño. Con cada cambio de estación llega la oportunidad de comenzar una nueva etapa con nuevos proyectos y energías renovadas. Y para aprovechar bien esta tendencia natural es importante, antes de afrontar lo nuevo, completar los viejos temas pendientes. Pues es necesario reunir toda la energía posible, también la estancada en los asuntos incompletos,  para generar un buen impulso de comienzo.

Cuando digo completar me refiero a acabar, reparar o soltar de alguna manera todo aquello que mantienes abierto porque aún no lo consideras resuelto.

Para empezar te propongo hacer un inventario de asuntos pendientes:
¿Prometiste algo que aún no has cumplido?
¿Tienes que responder alguna llamada o mensaje?
¿Te hace falta pedir alguna disculpa?
¿Te gustaría expresar algún reconocimiento o mostrar agradecimiento?
 ¿Qué reparaciones hay que hacer en tu casa? ¿En tus relaciones? ¿En tu salud?
¿Qué es lo que necesita ser ordenado? ¿En tus armarios? ¿En tus gastos?
¿Qué proyectos están estancados?
¿Te prestaron dinero o cosas que aún no has devuelto?
¿Olvidaste hacer algún regalo?
¿Qué resentimientos y rencores siguen vivos?
¿Qué palabras están pedientes de decir y qué penas y enfados esperan cauces de expresión?
¿Estás postergando alguna conversación necesaria?
¿Qué asuntos mantienes parados a la espera de que tomes una decisión?

Una vez que tengas hecha esa lista pregúntate: ¿Qué es lo que falta? ¿Se trata de acabar, reparar o soltar? ¿Qué es lo que está en mi mano hacer para sentirme en paz con esta situación y darla por concluida? Concreta los pasos a dar, pon una fecha tope para realizarlos y agéndalos.

En cuanto a los asuntos que necesitan ser finalizados, observa si es posible delegar alguna tarea o si puedes aceptar ayudas.  En relación a los temas a reparar, entiende que aunque lo importante es tu buena voluntad y hacer lo necesario, puede que se necesite tiempo para restaurar lo dañado. De manera que tendrás que añadir a tu  esfuerzo, paciencia y comprensión. Pero podrás liberarte de la tensión de tener algo pendiente pues ya habrás hecho tu parte. En cuanto a lo que tengas que soltar, recuerda que para dar por cerrado algo que no ha salido como esperabas es necesario extraer la enseñanza con la que te enriquece la experiencia. Además, ten en cuenta que completar también es dejar ir todo aquello que no puedes gestionar porque escapa a tu control.

Por último, conforme vayas cerrando temas, táchalos de la lista, saborea la satisfacción del deber cumplido y celebra los logros.

Como complemento, te sugiero practicar la visualización guiada titulada “Completandoasuntos pendientes” que te presento aquí en formato audio:




No cerrar un asunto a tiempo puede suponer convertirlo en una historia interminable que te drenará mucha energía. Acábalo, repáralo o suéltalo. Después con todas tus energías reunidas, afronta con entusiasmo y confianza los nuevos retos, añadiendo la intención de no dejar cabos sueltos por el camino. Para lograrlo, repasa al finalizar cada semana, los asuntos abiertos y aplica a cada uno de ellos, los pasos aquí explicados.

Gracias por leerme. Tus comentarios serán bien recibidos. Abrazos y hasta pronto.



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