domingo, 22 de febrero de 2015

Hay muchas formas de lograr un mismo resultado.

Cuenta el médico y escritor iraní Nossrat Peseschkian la historia de un hombre que deseaba llevarle nueces a su esposa, pues iba a cocinarle una comida que incluía esos frutos. Anticipando el festín, fue a la despensa, hundió la mano en la vasija que contenía nueces y tomó tantas como pudo. Pero al pretender sacar el brazo de la vasija, le fué imposible hacerlo por más que lo intentó. De nada sirvieron sus lamentos e injurias ni que su esposa tomara el recipiente y tirara de él con todas sus fuerzas. La mano seguía trabada en el cogote de la vasija. 

Llamaron a los vecinos y uno de ellos le dijo: "Lleva tu mano hacia el fondo de la vasija, abre el puño y deja caer las nueces". Con disgusto, pues las quería para su comida favorita, el hombre obedeció las indicaciones y el vecino siguió diciendo: "Ahora junta los dedos y saca la mano lentamente". Así lo hizo y pudo retirar el brazo con facilidad pero no se quedó totalmente satisfecho por lo que replicó: "He logrado liberar mi mano, pero ¿y las nueces?". Entonces el vecino tomó la vasija, la inclinó e hizo rodar fuera un buen puñado. Con cara de sorpresa, el hombre cuya mano había estado atrapada, preguntó: "¿Eres mago?".

Cuando leí por primera vez esta historia, además de sonreír, pensé en cómo los seres humanos, a veces, quedamos atrapados en la creencia de que no hay más que una manera de lograr lo que queremos. Es un doble apego. Por una parte nos aferramos a lo que consideramos valioso aunque esa postura nos esté trayendo sufrimiento. Y además, nos apegamos a la forma en la que estamos consiguiendo lo que deseamos, olvidando que puede haber otras opciones.

Hace un tiempo yo creía que sólo se podía hacer una multiplicación tal como me habían enseñado en la escuela, es decir, memorizando las tablas de multiplicar. Un día, navegando por Internet, descubrí que gentes de diferentes culturas, han venido multiplicado de mil modos distintos.  “Hay muchas formas de lograr un mismo resultadoes la frase que suelo repetirme desde entonces para no caer en la rigidez mental. Lo importante es no autolimitarte aferrándote a una sola idea de cómo alcanzar tus metas

Por ejemplo, si lo que quieres es adelgazar unos kilos, recuerda que existen muchos tipos de dieta. La pregunta importante es: ¿cuál de ellas es más adecuada para mi? Si no te planteas esta reflexión antes de empezar puede que además de los kilos pierdas también tu salud. Sea cual sea tu objetivo, analiza previamente cuantos caminos tienes para alcanzarlo. Y luego, teniendo en cuenta todas las áreas de tu vida y manteniendo la intención de que ninguna de ellas se malogre por la consecución de tu nuevo sueño, pregúntate ¿cuál es el que más me conviene?

Claro que también puede suceder que, por mucho que lo hayas previsto, el camino elegido no resulte como esperabas. Imagina que has logrado una plaza para una formación muy solicitada que crees te permitirá ascender en tu empresa, ganar más dinero, tener un mejor horario y como consecuencia, lograr un mayor bienestar para ti y tu familia. Sin embargo, una vez comenzado el curso, ves que requiere un esfuerzo económico mayor del que pensabas, te obliga a unos horarios que te impiden estar con tus hijos y tampoco puedes realizar tu actual trabajo con la dedicación que precisa. 

En  una situación así es importante empezar por recordar tu metaobjetivo. El objetivo es obtener la plaza. Tu metaobjetivo, es decir, el objetivo más profundo e importante que quieres lograr a través de esos estudios, es un un mayor bienestar para ti y tu familia.. Una vez recordada tu motivación esencial vuelve a preguntarte: ¿Hay otras alternativas para lograr este metaobjetivo? ¿Cuál es la más adecuada para mí en este momento? Quizás tengas que dejar el curso, como el protagonista del relato tuvo que soltar las nueces, pero puedes buscar otros centros de estudio donde realizar una formación similar que te permita hacerlo más lentamente y con menos costes a todos los niveles.

En este punto ya ves que para experimentar con una nueva manera tienes que soltar primero la que no te está resultando beneficiosa. Quizás te parezca triste pensar en el esfuerzo invertido, quizás te pese reconocer que te has equivocado o se te haga muy cuesta arriba volver a empezar. Acepta esas emociones, siéntelas y déjalas ir. Luego elabora un diálogo interior positivo que te permita generar entusiasmo para, sin tener que renunciar a tu sueño, intentarlo de otra forma. A continuación te sugiero algunas frases que pueden ayudarte en ese empeño:

“Cuando eras niño y aprendías a andar, te ponías de pie, te caías, te levantabas y lo volvías a intentar. Ahora también puedes hacerlo. Ante un reto, conecta con tus ganas de aprender, disfrutar y experimentar.”
“Si te topas con los mismos obstáculos, una y otra vez, quizás es que, como una foto fija, mantienes una visión caduca de tu rumbo. Abre los ojos al momento presente y amplía tu perspectiva.”
“Aceptar una situación porque siempre se ha hecho así es ondear la bandera de la inercia. Recuerda que el cambio es parte de la vida”

“No te sientas prisionero de tus puntos de vista. Puedes cambiarlos y elegir los que te ayuden a ver nuevas posibilidades.”
“No importa si una creencia es cierta o falsa sino si te potencia o te limita. Recuerda que siempre puedes cambiarla.”
“A la vuelta de la esquina de una creencia limitadora te espera una nueva idea, otra emoción y diferentes campos de acción. Pero hay que dar la vuelta a esa esquina.”
“Para encontrar realidades diferentes tienes que saltar las vallas de las rutinas y avanzar hacia el horizonte de tus sueños. ¡Atrévete!”
“Tras un tropiezo, una vez estudiada la experiencia y aprendida la lección, mira hacia adelante. Ahora estás más preparado.”
“Intentarlo muchas veces y de muchas maneras forma parte del camino al éxito. Acepta la frustración y armándote de paciencia, persevera.”
“Más allá de tus logros actuales, en tu naturaleza están toda la sabiduría y todos los recursos necesarios para hacer tu camino y desarrollar tu potencial. Confía y persevera.”

Finalmente, por si aún recordando que puede haber otros caminos, no logras verlos, te animo a escuchar este audio, titulado Aprende a cambiartu enfoque donde encontrarás sencillos ejercicios que te ayudarán a descubrir nuevos campos de observación para encontrar nuevas vías de solución:


Gracias por tu atención. Me alegrará leer tus comentarios. Abrazos y hasta pronto.


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domingo, 15 de febrero de 2015

Nueve propuestas para ampliar tu campo de resonancia empática

El psiquiatra y escritor norteamericano Irvin D. Yalom relata la anécdota de “una mujer que, en su adolescencia mantenía una tensa relación con su padre, hombre de carácter duro y negativo. Deseando algún tipo de reconciliación, esperaba con ansia el momento en el que iban juntos en coche hacia el colegio. Pero el viaje siempre resultaba un desastre pues su padre se pasaba todo el tiempo refunfuñando sobre el arroyo feo y lleno de basura que había al costado del camino. Sin embargo, ella no veía basura alguna en el hermoso arroyo rústico y virgen. Y, como no encontraba modo de responderle, al final terminaba por callar y pasaban el resto del viaja sin mirarse, cada uno con los ojos vueltos para su lado. Bastantes años más tarde, habiendo muerto su padre, volvió a hacer ese mismo trayecto pero esta vez ella conducía. Y, comprobó con tristeza, que el arroyo que vió por la ventana del lado del conductor era tan feo y estaba tan contaminado como lo había descrito su padre.”  

Al leer esta historia recordé el vídeo que aquí te presento, pensado para profesionales de la salud pero inspirador para todos y que empieza con la pregunta que se hacía Henry David Thoreau: “¿Podrá ocurrir un milagro más grande que mirar a través de los ojos de otro por un instante?



Apoyándome en estas reflexiones hoy te propongo profundizar en el tema de la empatía, pues considero que es el recurso que tenemos a nuestro alcance para lograr experimentar ese precioso milagro.

Entiendo por empatía, la habilidad cognitiva, enmarcada dentro de la inteligencia emocional y social, que te permite sentir y comprender el universo emocional de los demás y entender, sin necesidad de aprobar, las razones de sus comportamientos. Es sin duda una capacidad que, empleada con acierto, facilita el desenvolvimiento y progreso de todo tipo de relaciones. Entre las raíces que alimentan el árbol de los afectos está la empatía y sus frutos son relaciones en buena sintonía emocional. A través de la empatía logras apreciar las necesidades de los demás creando la base para el compromiso y la solidaridad, puedes reajustar tus propias conductas para facilitar un entendimiento más profundo y te ofrece la posibilidad de personalizar el tono y el estilo de los encuentros para favorecer una mayor armonía. Ser capaz de ponerte en el lugar del otro te permite también alcanzar una mayor conexión emocional y una mejor perspectiva para solucionar los conflictos en grupos o equipos. Mahatma Gandhi sostenía que "las tres cuartas partes de las miserias y malos entendidos en el mundo terminarían si las personas se pusieran en los zapatos de sus adversarios y entendieran su punto de vista".

La buena noticia es que la empatía se puede desarrollar. Por si ese es tu deseo, he reunido una serie de sugerencias que te pueden ser útiles en ese empeño:

1.- Cuanto más consciente seas de tus propias emociones mayor será tu habilidad para comprender los sentimientos de los demás. Para comprender las razones detrás de una respuesta emocional primero hay que aceptar la emoción. No estarás practicando empatía si te centras en consolar, animar o calmar le emoción que te están transmitiendo: “lo que ha pasado no es culpa tuya…” “no te preocupes, …” “tienes que animarte…” (Más información en: Cinco formas de relacionartesaludablemente con tus emociones”, “Cómo transformar positivamente tu atmósferaemocional”).

2.- Deja a un lado juicios y suposiciones y ve más allá de las simpatías o antipatías. Para poder desarrollar empatía, primero hay que dejar de criticar. Ponerte en el lugar del otro para comprender, sin juzgar  Acostúmbrate a buscar evidencias, a escuchar tu intuición y siempre, a verificar tus interpretaciones.

3.- Aprende a escuchar sin prejuicios y con una actitud receptiva hacia las señales emocionales que los demás expresan con sus palabras, tonos, gestos y acciones. No desarrollas empatía cuando lo único que piensas es en contar una experiencia personal minimizando la vivencia del otro:  “Pues eso no es nada en comparación con lo que a mi me pasó …” o en dar lecciones o consejos que no se te han pedido: “esto que te ha pasado podría ser una gran enseñanza para ti…” “Lo que deberías haber hecho…” (Más información: Siete pasos para lograr entender,entenderte y que te entiendan”)

4.- Es bonito ser escuchado pero aún es más entrañable ser escuchado en los silencios. Para comprender en profundidad hay que saber entender los silencios. Respétalos y descubre la emoción que expresan. Calla para escuchar, calla para mirar, calla para entender, calla para aprender y calla para dejar hablar al silencio.

5.- Practica la atención plena para lograr estar presente para el otro, sin juicios ni distracciones, abierto a la experiencia de compartir  su aquí y su ahora. Al mantenerte centrado y consciente, creas un campo de resonancia empática que alcanzará el corazón de quien acompañas. La empatía es un regalo de atención plena a otro. No ser trata de estar de acuerdo o no, sino de estar presente. (Más información: Cómo gestionar bien tu capacidad deatención)

6.- Recuerda reconocer y aplaudir los logros de los demás. No señales a quien contigo va por el potencial que aún no ha sabido desplegar sino porque, aún en la oscuridad, adivinas su alma jugando a manifestar su luz.

7.- Colabora, abriéndote a sentir los intereses de otros como tus propios intereses. Sea con tus amigos, familia, compañeros de trabajo o comunidad, observa las dinámicas del grupo, descubre sus necesidades y haz tu aportación. La madurez implica un progresivo desapego del. egocentrismo infantil para ir dando espacio en tu conciencia a otros puntos de vista.

8.- Contempla la diversidad como una gran oportunidad para la creatividad y el aprendizaje. Cuestiona los prejuicios, los estereotipos y la intolerancia. No hay frontera religiosa, étnica o cultural que pueda impedir que los seres humanos podamos compartir un mismo sentimiento. El amor lo sabe.

 9.- Ejercita a diario el músculo de la empatía: 

a) Escribe el nombre de alguien que no soportas y detalla todo aquello que no te gusta de esa persona.
b) Piensa en sus circunstancias, su día a día y las motivaciones que le pueden llevar a hacer lo que hace. ¿Cuáles son las dificultades que afronta? ¿Cómo es su entorno? ¿Qué tipo de limitaciones tiene que asumir? ¿Está soportando presiones familiares, problemas económicos o preocupaciones de salud? ¿Qué es lo que más anhela? ¿Qué miedos le frenan?
c) Pregúntate cual es el valor positivo que esa persona quizás está buscando al comportarse de esas maneras que tanto  te disgustan. La intención puede ser positiva aunque la conducta elegida sea nociva. Los seres humanos a veces gritamos para captar la atención, mentimos creyendo que así logramos mantener la paz o traicionamos nuestros principios para atender una necesidad de seguridad o reconocimiento, por ejemplo.
d) Busca situaciones en las que tú hayas tenido reacciones similares y recuerda qué es lo que pretendías actuando así.
e) Recuerda en todo momento al hacer este ejercicio que no se trata de juzgar ni tan siquiera de evaluar sino de entender mejor los deseos, miedos y posibles razones detrás de la forma de ser de esa persona y percibir la situación desde sus mismos sentimientos.

Cada situación que afrontes puedes convertirla en una oportunidad para practicar la empatía. Cada día puede ser un buen día para calzar el ánimo en otra mentalidad y experimentar cómo se siente la vida en ese caminar Quizás, y con esta esperanza apuesto por entrenar y desarrollar la empatía, si escuchamos nuestro corazón y escuchamos el latido de la vida a nuestro alrededor, tarde o temprano,  escucharemos también un común y compartido canto de amor.

Gracias por tu atención. Me encantará leer tus comentarios. Abrazos y hasta pronto.


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domingo, 8 de febrero de 2015

Cómo lograr que las suposiciones no arruinen la comunicación

Imaginar posibilidades es una forma de suponer y constituye una valiosa habilidad del ser humano. El problema de las suposiciones comienza cuando las tomamos como verdades absolutas, en vez de como alternativas dentro de un abanico de opciones. Las suposiciones se cuelan por las rendijas de nuestras conversaciones con nosotros mismos y con los demás (“Supongo que se ha dado cuenta…” “Es de suponer que se haya sentido cómodo …” “Doy por supuesto que vas a apoyarme…”) e invertimos en ellas tiempo y energía que restamos de acciones como preguntar o comprobar. Actuando así, a menudo, los resultados son malentendidos y desencuentros que socavan el buen entendimiento.

Para provocarte un par de sonrisas y centrar el tema del post, hoy empiezo compartiendo contigo un vídeo y una anécdota citada por Stephen R. Covey en su libro “Los siete hábitos de la gente altamente efectiva”:


Dos acorazados asignados a una escuadra de entrenamiento habían estado de maniobras durante varios días. Yo servía en el buque insignia y estaba de guardia en el puente cuando caía la noche. La visibilidad era pobre; había niebla, de modo que el capitán permanecía sobre el puente supervisando todas las actividades. Poco después de que oscureciera, el vigía informó: “Luz a estribor” “¿Rumbo directo o se desvía hacia popa?”, gritó el capitan. El vigía respondió “Directo, capitán”, lo que significaba que nuestro propio curso nos estaba conduciendo a una colisión con aquel buque. El capitán llamó al encargado de emitir señales. “Envía este mensaje: Estamos a punto de chocar; aconsejamos cambiar 20 grados su rumbo”. Como respuesta llegó un mensaje que decía: “Aconsejamos que sean ustedes los que cambien 20 grados su rumbo.” El capitán dijo: “Contéstele: Soy capitán; cambie su rumbo 20 grados”. “Soy marinero de segunda clase –nos respondieron-. Mejor cambie su rumbo 20 grados”. El capitán ya estaba hecho una furia, así que ordenó enviar este nuevo mensaje: Soy un acorazado, cambie su rumbo 20 grados” La linterna del interlocutor envió su último mensaje: “Yo soy un faro”. Por supuesto, el capitán ordenó que cambiáramos nuestro rumbo.

¿Cómo lograr que la buena comunicación no quede contaminada por las suposiciones?

Para responder a esta pregunta creo que primero es importante comprender algunas de las razones por las que los seres humanos tendemos a suponer y a confundir suposiciones con hechos reales. Por una parte, suponiendo llenamos rápidamente el vacio que produce la incertidumbre ante la dificultad para darle sentido al mundo y a las cosas que nos suceden. Por otro lado, generamos emociones tanto si estamos ante una realidad como si únicamente la estamos imaginando, así que somos capaces de crear un drama de una idea errónea. En tercer lugar, a veces, no resulta fácil gestionar la inseguridad que aparece al confrontar la propia ignorancia y nos sentimos aliviados, con una falsa idea de control,  dejándonos secuestrar por nuestros propios prejuicios. Además, puede suceder que, suponiendo, ganemos tiempo para reunir la suficiente fortaleza con la que hacer frente a una persona o situación que nos asusta.

Teniendo en cuenta estos factores y tomando como objetivo que las suposiciones no sustituyan ni malogren la comunicación, desde mi punto de vista, es importante aprender a darse tiempo para preguntar, gestionar las emociones y escuchar. En anteriores artículos he tratado lo relacionado con cuestionar los propios pensamientos o la formas de expresarlos (Hablarte antes de hablarle”, “¿Qué te cuentas?”, “7 claves para entender, entenderte y que te entiendan” o “A preguntas motivadoras, respuestas inspiradoras) y con la gestión de las emociones (Cinco formas de relacionarte saludablemente con tus emociones” o “Cómo transformar positivamente tu atmósfera emocional), de manera que hoy voy a centrarme en el tema de la escucha.

Cuando una persona se siente escuchada, se siente atendida, y eso  genera un profundo proceso que le anima a una mayor apertura. Al dar valor, importancia y consideración a las revelaciones de la persona que te habla, creas un clima de cooperación y receptividad ¿Qué tipo de  escucha desarrollas?  ¿Desde qué lugar estas prestando atención al otro? Generalmente cuando alguien nos habla estamos pensando qué nos quiere decir desde nuestra interpretación, nuestro estado de ánimo, nuestros juicios y nuestras circunstancias y creencias. La capacidad física de escuchar de una persona es de 480 palabras por minuto, mientras que nuestra capacidad de expresarnos es de 120 palabras por minuto. Esto nos “permite “ que mientras nos hablan,  la mente divague, evoque recuerdos, prepare respuestas o simplemente piense en otra cosa.

Dicen que el rey Salomón pedía: “Dame el don de un corazón que escucha”. Compartiendo la valoración de ese don, aquí van algunas reflexiones y propuestas para promover tu mejor disposición en el arte de escuchar:

De vez en cuando, expresa en tus propias palabras, lo que estás interpretando de lo escuchado, para que el otro compruebe si le estás entendiendo bien. Si no entiendes lo que la persona está diciendo, o te sientes confuso, o te has perdido, pide repetición o clarificación de las frases que no has llegado a comprender. Tus preguntas pueden enriquecer la conversación y son una forma de mostrar atención e interés.

No te dejes distraer por la forma de expresarse de tu interlocutor: ¿Te parece aburrido, repetitivo o superficial?  Por muy monótono que pueda ser el discurso, trata de pasar por alto su estilo para poder escucharlo y centrarte en la información que te ofrece. No supongas que lo sabes todo sino recuerda que de todo puedes aprender. 

Intenta ponerte en su lugar: Escucha sin prejuicios, dejando de lado las suposiciones, tratando de entender el contenido del mensaje desde el punto de vista de quien lo transmite y sin sentirte obligado a opinar lo mismo. Se trata de aceptar y respetar sus ideas y emociones mientras le ofreces interés y atención.

Trata de escuchar más allá de las palabras: Los gestos, las miradas, los tonos, el ritmo y las pausas también forman parte del mensaje.  Tenerlos en cuenta te ayudará a descubrir mejor el significado emocional de lo que estás escuchando. Son pistas que llegan a ser tan expresivas como el contenido de la conversación.

Respeta los silencios: Si quieres entender lo que alguien te dice, escucha sus palabras. Si quieres comprenderle escucha también la emoción de sus silencios. No te precipites en responder. Muchas veces, si esperas un poco antes de hablar, tu interlocutor te brindará más información. Adáptate a su ritmo como si estuvieras dejándote llevar en un baile. 

No des por supuesto que se necesita tu consejo, tu opinión o tu ayuda.  Quizás sólo quieren tu escucha y tu compañía. Si tienes dudas al respecto, mejor pregunta.

Como te decía al comienzo de este post, suponer es un ejercicio de imaginación que ayuda a ampliar las perspectivas. Pero si confundes tus suposiciones con la realidad y consideras que ese punto de vista es el único válido, quedarás constreñido en una limitada visión del mundo. Escuchar es tener en cuenta otros matices de la realidad y eso enriquecerá tu vida. No te quedes atascado en tus suposiciones. Date permiso para otear otros horizontes. En este sentido y como punto final de esta reflexión te invito a escuchar el audio “Tres propuestas para ampliar tus mapas mentales


Gracias por tu atención. Estaré encantada de leer tus comentarios. Abrazos y hasta pronto.


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Aprende a cambiar tu enfoque: Cómo contemplas el problema puede ser el problema. Añade flexibilidad a tu forma de percibir.




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"En el fondo de tu corazón están esperando los sueños no cumplidos y todo el amor que aún no ha podido ser. Date permiso para vivirlos.(“Lo que el corazón quiere contemplar”) 

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Puedes leer fragmentos o el libro completo, escucharlo en audio, descargar en ebook, todo gratuitamente aquí.