lunes, 6 de julio de 2015

A favor de la ternura

A veces, frente a la adversidad, en medio de un infortunio y aún después de ajustarnos la férrea armadura de la indiferencia, sucede que, inesperadamente nos cala la ternura. Suele llegar envuelta en una muestra de afecto. Vestida de mirada, de caricia, de gesto cómplice, de voto de confianza o de mano amiga entre otras muchas apariencias. La ternura, ese rotundo y delicado sentimiento que paradójicamente ablanda y fortalece, nos llega desde afuera y con ella, nos llega quien la expresa.

También puede ocurrir que la ternura se despierte dentro de uno mismo, ofreciéndose como vehículo para transportar dulzuras, cariños y simpatías. Se abre paso aún en medio de desencuentros y diferencias. Con ternura llegamos a los demás y a ese viaje emocional suele apuntarse también la solidaridad, la empatía y la compasión. La ternura se lleva bien con todas las formas de estima. La ternura consigue con todas ellas, una buena rima.

Y además, la ternura, gusta de asomarse entre la hojarasca de la vida, para ser contemplada. En esos casos es fácil verla unida a la inocencia, a la fragilidad o a la pureza. Siempre bella y alegre, esperanzada abanderada de la vida, aún cuando brote en territorios de duelo y despedida.

Como puedes comprobar, estoy a favor de la ternura. Porque creo que consigue una cercanía emocional que enlaza a las personas de una forma entrañable, facilita la comunicación, disuelve la indiferencia y combate la monotonía. La ternura es un vehículo para el afecto y tiene tal magia que es capaz de encerrar en pequeños detalles, toda la grandeza del amor. Por todo esto y porque la ternura, si no se la tiene en cuenta, a vces llega y a veces se retira, hoy quiero proponerte algunas sugerencias para hacerla más presente en tu vida, sea porque la ofrezcas, porque te permitas recibirla o porque, contemplándola, la celebres.

Ternura en el contacto físico:
- Un beso sutil como un acento.
- Un acurrucarse juntos como si se quisiera contemplar la vida desde una misma perspectiva.
- La calidez de un brazo sobre el hombro sea en medio del gozo o del desánimo.
- Un abrazo entregado.
- Un darse la mano en el paseo como forma de encontrar más equilibrio en el apoyo mutuo.
- Esa caricia que despeja el cabello del rostro como si quisiera apartar toda preocupación.
- Un masaje sin otro fin que acariciar.
- Las cosquillas que hacen brotar la risa en niños de todas las edades.
- Una mano en la espalda con vocación de presencia reconfortante.
- El regalo de la respetuosa distancia en el momento de soledad elegida.

Ternura en la comunicación:
- Un silencio paciente que aspira a entender la emoción.
- Una palabra amable para equilibrar respeto y confianza.
- Una pregunta que demuestra interés.
- Una frase de espontánea admiración que apuntala la autoestima.
- Una expresión divertida encaminada hacia la picardía.
- Un sensual suspiro que llama a la cercanía.
- La invitación a recordar momentos de feliz complicidad.
- Frases de reconocimiento que rescatan de la invisibilidad.
- Las muestras de gratitud que acortan distancias.
- Mensajes de apoyo y confianza capaces de motivar.

Ternura en el trato:
- Ese espacio de complice conversación dónde dejamos entrar, con respeto, todo tipo de sentimientos y anhelos.
- El ritual cotidiano que solo dos conocen.
- La visita necesaria para pedir disculpas y limar asperezas.
- El regalo inesperado.
- Una música a tiempo cuyo oculto significado solo dos entiendan.
- Ese buscarse despacito aún sin tener claro lo que se busca.
- El sencillo favor que facilita el día.
- La llamada que, aún desde la lejanía y mediante cualquier tecnología, ampara y abriga.
- Ese detalle, cualquier detalle, hecho con mimo.
- Ese sencillo acompañamiento en las penurias que fortalece las raíces del vínculo.
- El tiempo de espera compasivo hasta que la emoción del otro se calma y se serena.
- Aquello que decides hacer de corazón para facilitar el perdón, el adiós o el reencuentro.
- El tratar con cuidado y el cuidar.
- La sonrisa cordial, nota de alegría en el serio trajín cotidiano.
- Todo lo que pueda hacerle saber a otro que, sencillamente, puede contar contigo.
- La mirada que sostiene cuando estas a punto de desfallecer.
- El guiño cómplice que rompe el hielo de la pura cortesía.
- La bienvenida que hace sentir a otro que su presencia es la mejor compañía.
- El encuentro intencionado con la mirada de quien es tu cómplice en la aventura de la vida.

Contemplando la ternura:
- Una flor brotando en el asfalto.
- Un anciano de paseo, arreglado como si fuera a estrenar la vida y con la mirada confundida como si aún no supiera como afrontar tal osadía.
- Un pájaro rehaciendo, una vez más, el nido que ha destrozado el viento.
- Un niño buscando la mirada materna en el momento de afrontar la arriesgada aventura de deslizarse por el tobogán.
- Un perrito diminuto que corre audaz por el paseo y que, de pronto, mira hacia atrás como cuidando que no se pierda quien lo cuida.
- Dos seres humanos ordenando con esmero sus escasas pertenencias antes de recostarse juntos en el recinto de un cajero automático.
- Lo que se ve en este vídeo y tantas escenas de la vida cotidiana que quizás están viniendo ahora a tu memoria y que te invito a compartir:


Coincido con el poeta y cantautor Jacques Brel, cuando decía que: “Somos como barcos partiendo todos juntos en la pesca de la ternura” Y añado con convicción que no hay por qué esperar a las grandes ocasiones para darle espacio sino contar con ella siempre pues, la ternura, hace grande cualquier ocasión.


Gracias por tu atención. Me encantará leer tus comentarios. Abrazos y hasta pronto.


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