viernes, 26 de agosto de 2016

Las palabras amigas: Doce herramientas de autoayuda

A veces, si estoy preocupada, hablo con alguien de confianza. En mi vida han sido muchas las personas que me han ayudado a clarificar ideas, tomar decisiones, aceptar emociones o renovar entusiasmos. A todas ellas estoy agradecida. Pero además, una y otra vez, han sido las palabras escritas quienes me han sacado de mis infiernos, me han mostrado nuevos horizontes y me han ayudado a recordarme y a reinventarme. Las palabras amigas. Esas que siempre me llevan de la mano desde mi mundo interior hasta una hoja en blanco.

Me recuerdo desde niña escribiendo diarios que guardaba en secreto. Escribir en ellos era como dar respiro a todo lo que no encontraba lugar fuera de esas páginas.  Durante toda mi vida he acudido a la escritura como herramienta de autoayuda. Y como coach personal animo siempre a mis clientes a ir a su propio encuentro rastreando por escrito los caminos de su laberinto personal.

Cómo dejo subrayado Mario  Benedetti en este precioso poema, la palabra (yo añado que también, la palabra escrita) es capaz de transpasar toda dimensión:


“La palabra pregunta y se contesta
tiene alas o se mete en los túneles
se desprende de la boca que habla
y se desliza en la oreja hasta el tímpano

la palabra es tan libre que da pánico
divulga los secretos sin aviso
e inventa la oración de los ateos
es el poder y no es el poder del alma
y el hueso de los himnos que hacen patria

la palabra es un callejón de suertes
y el registro de ausencias no queridas
puede sobrevivir al horizonte
y al que la armó cuando era pensamiento
puede ser como un perro o como un niño
y embadurnar de rojo la memoria
puede salir de caza en silencio
y regresar con el moral vacío

la palabra es correo del amor
pero también es arrabal del odio
golpea en las ventanas si diluvia
y el corazón le abre los postigos

y ya que la palabra besa y muerde
mejor la devolvemos al futuro”

Se cuenta que el novelista ruso León Tolstoi tenía tres diarios: uno que dejaba a la vista para que lo leyera su esposa; otro que escribía para que fuese publicado tras su muerte y el tercero que llevaba siempre con él, sin dejar que nadie lo leyese.  Todo eso además de su copiosa obra literaria. Este ejemplo muestra que, obviamente, escribir es una habilidad humana que puede tener diferentes objetivos. Del que hoy quiero hablarte es de su uso como recurso de autocoaching. Es decir, como útil herramienta en el camino del autoconocimiento y la realización personal.

Las denomino “palabras amigas” porque, si les das el espacio adecuado y la atención necesaria, como los buenos compañeros de viaje, pueden apoyarte en tu andadura. Claro que, igual que sucede con la amistad,  para que acudan a ti cuando las necesitas, debes promover un contacto frecuente  con ellas.  Escribir un diario donde vuelques, de forma espontánea, todo lo que viene a tu mente puede ser una forma de lograrlo. Pero hoy quiero compartir contigo doce ejercicios, basados en la escritura intencionada, es decir, aquella en la que conduces tu atención hacia algún asunto que te interesa.

 Sea de forma libre o dirigida, escribir puede ayudarte, entre otras muchas cosas,  a ordenar ideas, a reenmarcar tus experiencias, a promover tu creatividad y a recordar, es decir, a volver a pasar por el corazón para permitirte sentir. lo que quizás necesita ser liberado. En el camino del autoconocimiento, poner por escrito tus experiencias te ayudará a tomar más conciencia y a adquirir un mayor compromiso respecto a tu proceso personal. Además, tardas más en escribir que en pensar por lo que la escritura, al obligarte a ralentizar tus pensamientos, colaborará a calmar tu mente. Espero que estas sugerencias te animen a experimentar con este útil recurso de autoayuda, siempre a tu alcance:

1.- Tiempo de autoescucha:
Búscate un lugar tranquilo, pon una música suave que te resulte entrañable pero no te distraiga y responde por escrito a las preguntas que te indico a continuación. No fuerces las respuestas sino más bien deja que vayan apareciendo. Sé paciente contigo mismo, como lo serías con un buen amigo: ¿Qué te está sucediendo? ¿Qué daño o qué pérdida estás sufriendo? ¿Con qué área de tu vida está relacionado? ¿Te asustan algunas circunstancias que tienes que afrontar? ¿Qué te preocupa? ¿Qué significado le das a ese asunto? ¿Qué consecuencias negativas crees que tendrá para ti? ¿Cómo podrías disminuir esos perjuicios? ¿Ves alguna solución? Reconoce lo que no está en tu mano cambiar y responsabilízate de lo que está dentro de tu campo de influencia. ¿Qué quiero que pase? ¿Y qué lograré si obtengo eso? ¿Qué deseo verdaderamente ¿ ¿Qué puedo hacer o pedir para conseguir lo que quiero? ¿Qué necesito hacer para sentirme en paz conmigo mismo, aunque no consiga lo que quiero?

2.- Preparar una conversación delicada:
Es muy útil refleionar previamente por escrito cuando algún tema relacionado con otra persona empiece a inquietarte y quieras promover una conversación sobre esa cuestión. ¿De qué va el asunto? ¿Cuáles son los hechos y cuáles mis interpretaciones? ¿Qué estoy sintiendo? ¿Qué quiero pedir, qué necesito? Una vez respondidas estas preguntas puedes completar la siguiente frase: “Ha pasado esto (el hecho que hayas detectado cómo detonante) y lo he interpretado de esta manera (tus interpretaciones de los hechos). No sé si esas suposiciones son adecuadas, por eso quiero hablarlo. El caso es que, en función de esas interpretaciones, ahora me siento así (cómo te sientes ahora) y quiero esto (explica tu deseo)” Estos apuntes serán una buena base para comunicarte mejor.

3.- Listas de agradecimiento:
Selecciona un cuaderno o abre un archivo en tu ordenador para dedicarlo exclusivamente a escribir listas de agradecimiento. “Busca un rato cada día para tomar nota de, al menos, media docena de recursos, personas, situaciones, cualidades o aspectos de tu experiencia que en alguna forma te ayudan a avanzar en tu camino y disfrutar de esa vivencia. Agradece cada uno de esos elementos y hónralos, en tu corazón, con un sentimiento de apreciación. Muestra gratitud hacia el camino que te lleva, el alma que te anima y el sueño que te eleva.” (“Lo que el corazón quiere contemplar”)

4.- Cartas pendientes:
Sea que finalmente las envíes a su destinatario o no, escribir cartas puede servirte para dar cauce a sentimientos no expresados.  Aquí van algunos ejemplos: Carta a un familiar fallecido del que no pudiste despedirte, a un amigo a quien quieres agradecer especialmente su apoyo, a esa persona que aún no conoces pero estás buscando para compartir la vida, a ti mismo o a al niño que hay en ti para darte ánimo y aliento ante un reto difícil o al universo para pedirle su colaboración en un asunto concreto. "Ha llegado el momento de jugar a sentarte en un lugar tranquilo y, en tu cuaderno de apuntes, escribir una carta de aliento a tu alma niña. Hazle saber que camináis juntos y que juntos vais a poder ver hecho realidad lo que vuestro común corazón quiere contemplar. Recuérdale todos los desafíos que habéis afrontado en vuestra vida y cómo los habéis transformado en oportunidades de aprender y crecer. Agradécele la energía que te aporta, transmítele entusiasmo y confianza. Dile que en este viaje interior vaís a poder integrar todos los aspectos de vuestro ser cuya energía aún no ha encontrado forma de expresión. Y asegúrale que, con frecuencia, pararás tu paso y te quedarás en silencio hasta inuir su presencia y sintonizar con su inocencia." ("Lo que el corazón quiere contemplar")

5.- Pasar de la preocupación a la ocupación:
Cuando veas que, aún sin grandes problemas, tu cabeza está llena de asuntos que te atrapan, escribe una lista con todos esos temas que bullen en tu interior. Esa será tu lista de preocupaciones. Luego, aplica las siguientes preguntas a cada una de esas inquietudes: ¿A qué desafío me enfrento? ¿Qué está en peligro? ¿Qué quiero conseguir para dar por solucionada la situación? ¿Qué posibilidades de respuesta tengo a mi alcance? ¿Qué valores y principios quiero que rijan  estas acciones? ¿Cuáles pueden ser las consecuencias? ¿Qué riesgos acepto asumir? ¿Con qué recursos cuento? ¿Qué puedo hacer para mejorar esta situación o para encontrarme mejor ante ella? Después, anota cada acción que decidas llevar a cabo para atender esas preocupaciones y esa será tu lista de ocupaciones, a la cual podrás enfocar tu energía y así pasar del problema a la solución.

 6.- Ampliar mapas mentales:
Para ampliar tu perspectiva, párate a responder a preguntas que expandan tu visión de lo que sientes y lo que deseas ante las situaciones que afrontas: ¿Qué haría si no creyera que es imposible? ¿Qué decisiones tomaría si supieras que voy a tener éxito? ¿Qué es lo que creo que debo hacer? ¿Qué me dice mi intuición? ¿Cuál es la decisión más fácil? ¿Cuál la que más me entusiasma? ¿Qué es lo que realmente deseo? ¿Cuál es la decisión que siento más mía? ¿Qué acciones emprendería si me sintiese libre?

7.- Cuestionar pensamientos limitadores:
A la vuelta de la esquina de una creencia limitadora te espera una nueva idea, otra emoción y diferentes campos de acción. Pero hay que dar la vuelta a esa esquina. Escribe los pensamientos negativos que vayas detectando y cuestiónalos, uno a uno, para descubrir en qué se basan y poder desmontar su solidez: ¿Tengo la absoluta certeza de que es verdad? ¿En qué experiencias me apoyo para pensar esto? ¿Qué consecuencias tiene en mi vida pensar así? ¿Podría encontrar razones para pensar de alguna otra manera? Hay creencias que, como calles estrechas, te limitan la visión. Reconócelas, sal de ellas y verás un nuevo horizonte de posibilidades.

8.- Favorecer la comprensión:
Escribe el nombre de alguien con quien, por circunstancias, estás obligado a relacionarte pero no te llevas bien. Detalla todo aquello que te disgusta de esa persona. Luego escribe sobre sus circunstancias, su día a día y las motivaciones que le pueden llevar a hacer lo que hace. ¿Cuáles son las dificultades que afronta? ¿Cómo es su entorno? ¿Qué tipo de limitaciones tiene que asumir? ¿Está soportando presiones familiares, problemas económicos o preocupaciones de salud? ¿Qué es lo que más anhela? ¿Qué miedos le frenan? Pregúntate cual es el valor positivo que esa persona quizás está buscando al comportarse de esas maneras que tanto  te disgustan. La intención puede ser positiva aunque la conducta elegida sea nociva. Los seres humanos a veces gritamos para captar la atención, mentimos creyendo que así logramos mantener la paz o traicionamos nuestros principios para atender una necesidad de seguridad o reconocimiento, por ejemplo. Después escribe sobre situaciones en las que tú hayas tenido reacciones similares y descubre qué es lo que pretendías actuando así. Recuerda en todo momento al hacer este ejercicio que no se trata de juzgar ni tan siquiera de evaluar sino de entender mejor los deseos, miedos y posibles razones detrás de la forma de ser de esa persona para así generar más empatía.

9.- Aprender de tus propias dinámicas:
Se trata de hacer un registro escrito de los momentos en los que no has reaccionado de forma satisfactoria, según tu criterio, en alguna dinámica que estás tratando de cambiar. Las siguientes preguntas te pueden servir de guía en tu autoanálisis: ¿Qué sentías? ¿Cuál era el tema que afrontabas? ¿En qué contexto? ¿Qué personas estaban implicadas? ¿Cuál crees que fue el estímulo que provocó tu reacción? ¿Recuerdas otras situaciones similares? ¿Puedes imaginar otra posibilidad de respuesta? ¿Qué necesitarías cambiar para poder responder así?

10.- Recordar los retos superados:
Haz un buen uso de los recuerdos: ¿Piensas que no vas a poder? Busca experiencias en tu historia que te demuestren que otras veces pudiste. ¿Piensas que es demasiado para ti? Busca en tu memoria momentos en que te sentiste superado y sin embargo encontraste el camino de salida. Escribe sobre los momentos de superación más importantes de tu vida. Experiencias que hablen de tu capacidad de afrontar adversidades y transformarlas en oportunidades para crecer y aprender. Cada vez que consigas realizar un cambio positivo, reconócelo, celébralo y añádelo también a ese registro y repasa esas notas cuando quieras reforzar tu autoconfianza.

11.- Escenas de tus sueños hechos realidad:
Párate con frecuencia a imaginarte protagonizando tu soñada realidad. Describir por escrito esas escenas te puede ayudar a visualizarlas mejor: ¿Qué sucede y qué sientes habiendo alcanzado tus objetivos? ¿En esas felices escenas qué experimentas? ¿Qué recibes? ¿Qué das? ¿Con qué disfrutas? ¿En qué aspectos se despliega tu potencial? ¿Qué talentos desarrollas? ¿Qué cualidades manifiestas? ¿Qué puedes hacer hoy para acercarte más a ese horizonte?

12.- Revisión del día:
Cada anochecer procúrate un tiempo de tranquilidad para repasar las experiencias del día. Disponte a reconocer y apreciar todo lo recibido, y también a valorar honestamente tu contribución. “¿Qué has aprendido? ¿Qué has compartido? ¿Se han encaminado tus acciones en la dirección de tus sueños? ¿Has apoyado los sueños de los demás? ¿Te has permitido ser con más libertad? ¿Te has sentido útil? ¿Qué aspectos de tu experiencia has honrado hoy? ¿Has expresado agradecimiento? ¿A quien has cuidado? ¿Te has reído? ¿En qué formas has expresado afecto? ¿Has compartido respeto y reconocimiento? Afírmate en tu voluntad y capacidad de aprender y colaborar.

Gracias por tu atención. Estaré encantada de leer tus comentarios. Abrazos y hasta pronto.

Pepa Arcay
Coach Personal



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