domingo, 9 de octubre de 2016

Ocho pasos para recoger el regalo de un sueño

Los sueños forman parte de la vida humana. Soñamos dormidos y despiertos. En ambos casos, los sueños hablan de nuestros miedos y deseos, creencias y esperanzas, conflictos y querencias. En otra entrada del blog he reflexionado sobre los sueños que tejemos conscientemente, cuando estamos despiertos, con el fin de motivarnos y crear nuevas realidades. Hoy quiero compartir contigo una propuesta de trabajo personal referida a la experiencia onírica pues lo que soñamos mientras estamos dormidos también tiene influencia en nuestro ánimo y nuestra trayectoria vital.

Desde la perspectiva del autoconocimiento, tener en cuenta estos sueños, puede ser un recurso de autoayuda para conocer y comprender emociones, patrones mentales o aspectos denosotros mismos que quizás quedan ocultos en la vigilia. A veces, mientras soñamos, repetimos las experiencias del día pero desde una perspectiva distinta en la que hay menos limitaciones y el peso de las creencias es más débil. Eso supone la posibilidad de una nueva óptica que puede resultar muy útil para nuestra reflexión una vez despiertos.

Me gusta como lo expresa Antonio Machado: “Desde el umbral de un sueño me llamaron... Era la buena voz, la voz querida. Dime: ¿vendrás conmigo a ver el alma?...”

El ejercicio que hoy te propongo tiene como objetivo transformar el recuerdo de algo soñado en material de autoayuda. Comienza en el momento en que vayas a dormir y consta de ocho pasos:

Primero: Ya acostado haz un repaso de los sucesos que, durante el día, te hayan resultado más significativos. Se trata de recordar momentos que para ti hayan tenido importancia aunque puedan no haber tenido relevancia para los de tu alrededor. Quizás una llamada inesperada, un noticia impactante, una muestra de afecto, una preocupación que no has podido eludir, una tarea que te ha resultdo difícil de realidad, un momento de enfado, etc… Acepta sin juzgar toda esa lista de recuerdos. Deja que vayan apareciendo uno tras otro y asume las emociones que les acompañan.

Segundo: Si tienes algún asunto que te está costando resolver o alguna decisión que te resulta difícil de tomar, piensa también en ello e imagina que todos estos pensamientos y sentimientos que has hecho presentes los dejas ordenados en tu memoria para que, si puede resultarte beneficioso, tu mente los tenga en cuenta desde la perspectiva de los sueños.

Tercero: Afirma entonces tu deseo de una mayor comprensión para evolucionar y elegir las acciones más adecuadas. Hazlo confiando en que tu intuición y creatividad puedan aportarte, a través de los símbolos oníricos, enfoques inspiradores. Con esta confianza e intención deja que el sueño te alcance.

Cuarto: Al despertar mantente unos minutos en la cama comprobando si recuerdas algo de lo soñado. Si la respuesta es afirmativa anota todos los detalles del sueño que vengan a tu mente. Objetos, personas, situaciones o palabras que llamen tu atención. ¿Cuál es el elemento más intenso o más destacado del sueño? ¿Cuál es el elemento más extraño? ¿Se ve algún cambio brusco, sorprendente o inesperado? ¿Cuál es la emoción predominante? Registra también lo que sientes al recordarlo.

Quinto: Comprueba si hay alguna relación entre esas anotaciones y la revisión del día que realizaste al acostarte. ¿Veo alguna asociación entre algún elemento del sueño y situaciones vividas recientemente? ¿Algo del sueño me lleva a pensar en alguna vivencia o preocupación concreta? ¿Contiene el suelo algún mensaje o metáfora que pueda aplicarse a algún asunto de mi vida? ¿Muestra alguna experiencia ante la que siento temor? ¿Enfrento en el sueño situaciones que en la realidad evito? ¿Presenta el sueño alguna solución que pueda aplicar en algún conflicto?

Sexto: En el caso de que el sueño no parezca relacionarse directamente con nada concreto de tu experiencia pero es un sueño impactante o que llama tu atención especialmente, hazte preguntas relacionadas con lo soñado pero aplicándolas a tu vida en general. Por ejemplo si escapas de algún peligro: ¿de qué estoy huyendo en mi vida? ¿qué temo afrontar? Si despliegas capacidades o recursos desconocidos: ¿En qué situación de mi vida necesitaría estos talentos? ¿Cómo puedo ponerlos en práctica? Si te sientes atraído hacia un camino o un paisaje desconocido: ¿Qué cambios estoy queriendo hacer? ¿Qué nuevos proyectos esperan mi apoyo? Si quieres acercarte a alguna persona pero algo te lo impide: ¿Con qué relación estoy teniendo dificultades? ¿Qué es lo que me impide una mayor cercanía?, etc…

Séptimo: Encuentra el regalo que el sueño te ofreceagradécelo y comprométete a tenerlo en cuenta en tu vida. Tal regalo puede ser un aprendizaje, un descubrimiento, una solución, una dificultad que no veías o, de alguna manera, una consecuencia útil y creativa.

Ocho: En el caso de que no veas claramente este regalo sino todo lo contrario, es decir, que el sueño quede interrumpido en medio de un problema o una situación negativa, tómalo como si fuera un relato sin acabar y piensa un final feliz para esa aventura. Una vez hayas escrito ese final pregúntate: ¿qué significado puede tener esto en mi vida? ¿En qué situación podría aplicar un final así? ¿Qué está en mi mano hacer para lograrlo? Lo que sueñas dormido también puede apoyar tu evolución si permites que comtribuya a ampliar tu mapa de lo posible.

Dormidos o en estado de vigilia, desde mi punto de vista, avanzamos por el camino del despertar a un nivel más amplio de consciencia. Las experiencias oníricas también pueden ser un apoyo en el camino del autoconocimiento. Así lo pienso cuando recuerdo este poema de Antonio Machado que aprendí de niña y que con el paso del tiempo adquiere, para mi, un significado más profundo.

“Anoche cuando dormía
soñé ¡bendita ilusión!
que una fontana fluía
dentro de mi corazón.

Di: ¿por qué acequia escondida,
agua, vienes hasta mí,
manantial de nueva vida
en donde nunca bebí?

Anoche cuando dormía
soñé ¡bendita ilusión!
que una colmena tenía
dentro de mi corazón;

y las doradas abejas
iban fabricando en él,
con las amarguras viejas,
blanca cera y dulce miel.

Anoche cuando dormía
soñé ¡bendita ilusión!
que un ardiente sol lucía
dentro de mi corazón.

Era ardiente porque daba
calores de rojo hogar,
y era sol porque alumbraba
y porque hacía llorar.

Anoche cuando dormía
soñé ¡bendita ilusión!
que era Dios lo que tenía
dentro de mi corazón.”

Gracias por tu atención. Te invito a escribir tus comentarios. Abrazos y hasta pronto.

Pepa Arcay
Coach Personal



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