miércoles, 11 de junio de 2014

Decálogo de buenas prácticas para recibir críticas y salir airoso del reto

Se cuenta que, el último día de curso, un alumno se acercó a su maestro y, en un tono desafiante, le dijo: "Profesor, lo que más me alegra de haber terminado las clases es que ya no tendré que escuchar sus tonterías ni ver su aburrida cara." Y con semblante arrogante, esperó que el maestro reaccionara ofendido y descontrolado.

 Pero el profesor miró al alumno por un instante y en forma muy tranquila le preguntó: "¿Cuando alguien te ofrece algo que no quieres, lo recibes?" El muchacho quedó desconcertado con la pregunta y, en tono despectivo contestó: "¡Por supuesto que no!"
"Bueno", prosiguió el profesor. "Cuando alguien intenta ofenderme o me dice algo desagradable, me está ofreciendo algo que puedo decidir no aceptar."

"No entiendo a qué se refiere", dijo el alumno confundido. "Muy sencillo", replicó el profesor. "Tú me estás ofreciendo rabia y desprecio, y, si yo me siento ofendido o me pongo furioso, estaré aceptando tu regalo. Y yo prefiero obsequiarme mi propia serenidad."

"Muchacho", concluyó el profesor, "tu rabia pasará, pero no trates de dejarla conmigo, porque no me interesa. No puedo controlar lo que  llevas en tu corazón, pero de mí sí depende lo que yo cargo en el mío. No obstante, estaré encantado de recibir de ti una crítica constructiva y estudiaré con atención tus propuestas para mejorar mi trabajo."

Me gusta esta historia porque pone el acento en la libertad que cada cual sostiene para elegir qué recibe y qué rechaza, de todo aquello que le llega de los demás. Considero que recordar esa libertad es una de las llaves para no sentirte preso de las opiniones ajenas. Dado que críticas siempre habrá y entendiendo que son importantes para evolucionar, la buena noticia es que se puede aprender a mejorar la habilidad de recibirlas y, como consecuencia de este aprendizaje, mejorar también la forma de hacerlas y entregarlas. 

Hoy quiero compartir contigo diez pautas, a modo de decálogo de buenas prácticas, para recibir críticas y salir airoso del reto:

1.- Cuando compruebes que alguien quiere ofrecerte un juicio crítico, recuerda tu libertad de elegir recibirlo o no. Si decides aceptarlo evalúa si es el momento, el lugar adecuado y si estás preparado emocionalmente. Puedes aceptar escucharle pero pedir tener esa conversación en otras condiciones. Cuando sea ese encuentro procura comprobar que estás físicamente relajado y centrado en el momento presente para no reaccionar en función de otros acontecimientos del pasado.

2.- Antes de esa conversación, recuerda que lo que te van a ofrecer son opiniones y no una verdad absoluta. Puedes discrepar en todo o en parte y también estar de acuerdo. Recuerda además que las opiniones que los demás tienen de ti no te definen. Les definen a ellos, al modo en que son capaces de contemplarte. Evalúa qué autoridad concedes a esas opiniones. Establecer esto de antemano te ayudará a mantenerte más centrado.

3.- Cuando ya estés escuchando, si lo consideras adecuado, puedes poner límites en esa conversación para que sea más efectiva y más fácil de sobrellevar. Por ejemplo, no permitas que te etiqueten,  generalicen, exageren o te adscriban intenciones o motivos que no tienes, con frases como: “Tú eres …” “Siempre…” “Todo es un desastre…” o “Ya se sabe que lo que tú intentas es ….” Para la conversación y pide que se atengan a hechos concretas y que te pregunten por tus motivos en vez de suponerlos.

4.- Ante las críticas es fácil ponerse a la defensiva y dejar de escuchar atentamente. Para evitarlo, mantén una respiración pausada y equilibrada, cambia de postura para estar más relajado y si te es posible, incluye pausas para tomar algún sorbo de agua. A veces, puedes sentirte mal porque quien está haciendo la crítica te está culpabilizando de sus sentimientos con frases como “me haces sentir así …” Frena esa actitud y responsabilízate de tus actos pero pídele también a la otra persona que se responsabilice de su respuesta ante dichos actos tuyos.

5.- Pregunta todo lo que no te resulte claro o evidente. Con esas preguntas ayudarás a centrar el tema en hechos concretos, podrás entender mejor los puntos de vista de quien te está juzgando y el estado emocional desde el que se expresa. De vez en cuando, expresa en tus propias palabras, lo que estás interpretando de lo escuchado, para que el otro compruebe si le estás entendiendo bien. Especifica todo aquello que comprendes pero aún así no compartes. Y acepta los puntos válidos, las cosas en las que estás de acuerdo.

6.- Incluye en la conversación, un tiempo de debate sobre lo expuesto. Un tiempo para analizar tanto las consecuencias positivas de las posibles soluciones como las consecuencias negativas de lo que no se quiera, se sepa o se pueda cambiar. Pero evita entrar en amenazas, responder con críticas sobre otros asuntos o involucrar a personas que no están presentes. Si crece demasiado la tensión emocional, por el bien de la conversación, pide un poco de tiempo y que se reanude el encuentro cuando todos estéis más tranquilos.

7.- Si no te ofrecen propuestas de mejora, pídelas tú. No aceptes quedarte sólo con las quejas y pasa al terreno de las posibles soluciones, utilizando la frase: “Teniendo en cuenta todo lo que me estás diciendo, ¿qué crees tú que podría hacer para ….?”

8.- Si la persona que te hace la crítica te pide una respuesta y no te sientes cómodo en ese momento, tómate tu tiempo para dársela. De la misma forma que él ha tenido tiempo para pensar su crítica también tú tienes derecho a tu tiempo para reflexionar.

9.- Si la crítica ha sido constructiva y expresada con respeto,  agradece el esfuerzo que el otro ha hecho compartiendo sus opiniones y brindándote la oportunidad de conocer otros puntos de vista.

10.- Una vez acabada la conversación atiéndete. Quédate un rato contigo mismo y observa cómo te sientes. Recuérdate, mientras respiras pausadamente, que sigues teniendo el mismo valor como persona que antes de la conversación. Pon tu foco de atención, durante un rato, en aspectos de tu vida que estén yendo bien, en acciones de las que te sientas orgulloso y reconoce tu esfuerzo. Luego, si como consecuencia de la conversación, notas restos de enfado, rabia, vergüenza o resentimiento en tu interior, procura soltarlos. Sal a caminar, baila o haz algún ejercicio de respiración consciente en el que con cada expiración imaginas que sueltas la energía sobrante y con cada inspiración te llenas de tranquilidad. Por último, cuando te encuentres en paz, toma nota de todo lo aprendido y si consideras adecuado hacer algún cambio, ponte manos a la obra, con un sentimiento de agradecimiento por la posibilidad de aprender y mejorar.

Las críticas vienen y se van. Y tú no eres un éxito o un fracaso, sino una persona siempre capaz de aprender y crecer. Espero que estas sugerencias te resulten útiles. Gracias por leerme. Hasta pronto.


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3 comentarios:

  1. Muy buena enseñanza,lo voy a poner en práctica, gracias.

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  2. Muy buena enseñanza,lo voy a poner en práctica, gracias.

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  3. Muy buenos consejos pero que difícil resulta a veces aplicarlos. Pero que por intentar aprender y mejorar no quede.

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